12 abr 2010

VIDEO KILLER RADIO VIETNAN



Un conocimiento básico de las normas de protocolo y etiqueta son imprescindibles para una correcta organización de todo tipo de eventos y ceremonias. Especial atención para quién organiza el evento.

Hoy en día el protocolo forma parte básica de nuestra sociedad - desde los buenos modales - protocolo social - hasta normas de protocolo en situaciones más formales. Saber cómo actuar o vestirnos según la situación es muchas veces el primer paso para lograr que los demás tengan una buena impresión de nuestra persona.

Una cuantas curiosidades en cuanto al protocolo social:

Saludos: Apretón de manos, nunca golpecitos en la espalda.
Besos: Prohibido la cursilería de los besos en la mano a las señoritas
Prohibido los besos jugosos o húmedos.
Prohibido los besos exageradamente sonoros y marcados

Complementos:
Peluquines : Eso de que se vuelen......
Joyas : No hay que parecer un árbol de navidad
Zapatillas de estar por casa , son para estar por casa

Educación :
Puntualidad :Hacer esperar a alguien es señal de descortesía y poca consideración
Ridículo : Una vez hecho ésto, lo mejor es reírse, nada de cabrearse con un@ mismo histéric@

La chaqueta: Cuando vaya a comer o cenar en un restaurante y lleve chaqueta o americana no se la quite nunca.

La cuenta:
Hay que pagar sin que se note. Discreción ante todo.
Si se reparte la cuenta, se hace a partes iguales, nunca se divide en lo que uno ha comido o ha dejado de comer.
No sea listo y se vaya al baño durante media hora para evitar pagar.
Los simpas no son bien vistos.

Esto sólo sería el mínimo de protocolo que deberíamos seguir en cualquier acto social, sin embargo en el grupo RADIO VIETNAN, sucede lo siguiente:
El evento consistía en cena, café y posteriormente la expansión en un bar de copas, osease juerga¡

Por cuestiones que no vienen a cuento, y por que intuía como podía ser una cena en grupo, fuimos directamente al café. El bar lleno de singles vietnamitas, y mucho calor¡ El calor es algo que se repite en cualquier evento. Al poco rato de estar de pie, acalorada, y recibiendo algún que otro empujón, (que por cierto con alguno casi salgo despedida por los ventanales del bar, sin el consiguiente perdón de la Sra/Sr. en cuestión ) apareció el organizador. Con una sonrisa en la cara y con un aspecto muy suyo, te pregunta quién eres a la par que da dos fuertes y rebotantes besos en las mejillas mientras saca de no se sabe donde una cámara de fotos y te pide que te pongas en posición... y aquí con la que escribe hemos topado..... Amablemente le pedimos que no nos hiciera fotos y él haciendo caso omiso, y acercándose a una servidora, que para no perder costumbre, atraigo estas cosas raritas, me planta la cámara en la cara y me flashea¡ puuffff, se me pasaron lo calores de repente, y mientras el soltaba sus parrafada vietnamita de que eso era un riesgo que tenia que correr, que si Belén esteban, bla bla bla, y no se cuantas gilipolleces más, yo más me reía. ¿ Hubiese sido demasiado violento la primera vez, decirle que le daba permiso para fotografiar mi culo antes que la cara, porque sé que también hace fotos de la parte trasera de las personas?
Después del encuentro verbal algo subido de tono, duramos ahí poco rato, aparte de que aquello era inaguantable, el resto de los vietnamitas ni sufrían ni parecían, así que imagino ir a una cena con el mogollón demostrando su carencia de educación en cuanto a los saludos, vamos que no te saluda ni el apuntador, solo miran y miran y vuelve a mirar. Así que nos fuimos a la tercera parada.

Parada para quitarse el aburrimiento, bar de copas, que para no variar no había nada más que calor, poco espacio y expansión de los y las SINGLES. Conocer oficialmente conocí de todo el mogollón a tres personas, el resto se comportaba de la misma manera, mirando y mirando y volviendo a mirar, eso sí la cena, el ambiente y una música tirando a mala hicieron el resto. Y esto es la crónica de otra persona colocada en mi misma esquina de aquel bar haciendo casi lo mismo que yo, OBSERVAR:

"Aunque como cuando llevo puesta mi cabeza nadie se fija en mí, creo que pude contemplar el espectáculo, desde mi rincón, en el más absoluto anonimato.

No sé si recuerdo o estoy soñando pero Carlos-J, mariconera en ristre, inmaculado, vestido de La Martina, se movía entre nosotros flasheandonos sin piedad.

Creo recordar también a Antón contemplándonos desde su trono más allá del bien y del mal, en El Jardín de las Delicias. A Armando, vestido como un marinero canalla de Jean Paul Gaultier, cenando con su amigas mientras repartía tarjetas. A Ángel-V, recién afeitado, con la cara como el culito de un bebé, tomando café en el Café de no sé dónde. A Roberto, nuestro ángel de la guarda, cenando con las chicas de la chupi-pandi, antes de emprender su travesía a la Espata.

Y luego, el Centrick. Todos sudando como pollos en un criadero, intentando bailar una música imposible. Como decía Sabina, besos, risas y excesos. Angelines, desde el abismo insondable de sus ojos oceánicos, repartiendo sonrisas. Venericardia, eternamente en tránsito. Covadonga moviendo sus rizos por la barra.

El Gato siempre buscando su gin-tonic. Isabel, perseguida por entusiastas bailarines, impacientes por amortizar sus clases de merengue aunque sonara disco. Carmen Piscis bailando para dentro su baile del mejillón Sergio Marcas moviéndose al ritmo de su nick. Mini-Pili intentando convencer sin éxito a todo el mundo de que es muy simple y con la mente en Puerto del Carmen. Ellen, tropezando en la pista con Albeitar y Albeitar rompiendo corazones con su nuevo look. Baby Dani con la sonrisa de un cantante italiano de los años cincuenta

Peter Pan derramando buen rollito. El Niño Mutante y su guardia pretoriana de mujeres arrebatadoras, poniendo ojitos de pobre desvalido. Isabel Vf con la sonrisa cada día más grande. La entrañable Yolanda reaparecida después de años de ausencias. Chuse Antón y su camiseta a rayas bailando de forma entusiasta.

Miss Vietnam y sus cigarrillos de chocolate, contemplando el reguero de admiradores indecisos que no se atrevían a sacarla a bailar. El kiosko de Coronita. Pipi y Galleta María con su presencia etérea y su sonrisa. Vicenta derramando bondad.

Y, mientras tanto, con mi cabecita al aire, contemplándolo todo desde mi rincón, deseando decir, “soy Matías, estoy aquí”, dejé pasar la noche. Una vez más, al cerrar el Centrick, tomé en silencio y en soledad la calle alejándome en la noche. "

¿Estabamos en la misma esquina y yo sin saberlo? Aún a pesar de esto, de los empujones, del calor del no cumplimiento de las normas de protocolo sociales, al leer este texto, he vuelto a reirme tanto o más que aquella noche.

Repetiré.



















1 comentario:

  1. ¿Ese Matias es el Mattias que ahora tiene confesionario?

    Joer que subidón de ego, salgo en tu blog!

    Besitos, Elisabeth...

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